El exdirector de El Telégrafo, Carlos Enrique Navarrete Castillo, apareció muerto en su casa, el 24 de febrero 2008, con señales de haber sido torturado. Descendiente de los fundadores del diario El Telégrafo, el más antiguo del país, había llegado a director de ese periódico en el 2002.
Desde el comienzo del gobierno de Correa (2007) perdió el control del medio porque la Agencia de Garantía de Depósitos asumió la administración de las propiedades incautadas a los banqueros que provocaron la crisis bancaria de 1999, entre los que según el gobierno se encontraba el mayor accionista de dicho diario, Fernando Aspiazu, y propietario del Banco del Progreso, desaparecido en la crisis bancaria de 1999. El medio fue incautado el 24 de febrero de 2008.
Según Navarrete, el Estado había actuado con abuso de poder al despojar a los accionistas privados de la propiedad de El Telégrafo, ignorando que los aportes de capital efectuados en los años 2002, 2004 y 2007 para evitar el cierre del diario lo habían convertido en su mayor accionista. En consecuencia, ese mismo año denunció ante la Sociedad Interamericana de Prensa “prácticas irregulares por parte del Estado ecuatoriano” y anunció su concurrencia a los Tribunales para reclamar se reconociera su inversión en el medio.
Pero la muerte alcanzó primero a Navarrete. Tenía 53 años cuando fue encontrado sin vida en el cuarto de baño de su casa de Guayaquil en la noche del 24 al 25 de febrero de 2008, con las manos atadas y el cuerpo traspasado por siete cuchilladas en el tórax y dos en el cuello. La Policía, avisada por la madre del periodista que descubrió el cuerpo, encontró también huellas de tortura.
De acuerdo a los primeros indicios, el asesinato no se habría producido en la casa. La Policía encontró sangre en el interior del coche de la víctima, localizado en otro barrio de la ciudad. Los vecinos no oyeron nada, ni notaron nada sospechoso. No se registró robos en la casa donde se halló el cuerpo y la Policía creyó que se trató de una venganza.
Diario El Universo, el 9 de julio 2008, publicó lo siguiente: “Segundo Orlando López Medina, el hombre que le habría propinado la primera de las once heridas que, el 23 de febrero pasado, provocaron la muerte del ex director de diario El Telégrafo, fue detenido la noche del lunes pasado cerca al Riocentro sur y con su declaración, informó ayer la Policía, comenzó a esclarecerse ese asesinato… Según la Fiscalía, López integraba el grupo que tres meses antes del asesinato habría sido contratado por Francisco Xavier Jurado Mosquera, amigo personal de la víctima, para que robaran la caja fuerte”. Pero nunca se explicó por qué la caja fuerte era tan deseada.
El 11 de julio de 2009 se dictó sentencia de 25 años de cárcel en contra de Segundo Orlando López Medina y Carlos Alberto Rodríguez Sañudo como autores materiales del crimen. Francisco Xavier Jurado Mosquera, acusado de ser el autor intelectual del asesinato, estuvo prófugo hasta el 13 de agosto de 2013. En esa fecha fue aprehendido en un departamento en La Libertad, provincia de Trujillo, norte de Perú. Fue deportado y encerrado en la cárcel de Guayaquil, sin que haya aportado nuevas luces sobre el crimen cuyo móvil aún no ha sido despejado con una investigación a medias. Reporteros sin Fronteras denunció el caso en su momento.
Fuente: Las muertes sin aclarar de la década correísta, autora Mariana Neira