Violencia contra defensoras de DDHH y líderes indígenas
Hueiya Alicia Cahuiya Iteca es fundadora y presidenta de la Asociación Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (AMWAE). Empezó a participar desde muy joven, a los 16 años, en la Organización de la Nacionalidad Huaorani de la Amazonía Ecuatoriana (ONHAE), organización conformada por tres provincias: Pastaza, Napo y Orellana.
Aproximadamente hace 18 años, hombres, mujeres y niños salieron hacia Quito para marchar en rechazo de la explotación petrolera. Después salieron dirigentes hombres y firmaron con las petroleras. Dividieron a la gente. La dirigente ha sostenido que quienes viven dentro de la selva no necesitan ayuda porque lo tienen todo.
En la ONHAE, recuerda, los hombres tomaban las decisiones. Mientras que las mujeres no. “Yo dije que podíamos formar una asociación de mujeres Waorani para administrar nuestro territorio, haciendo proyectos de artesanía, turismo, reforestación, siembra para las artesanías y educación ambiental”.
La creación de la asociación recibió́ el apoyo de todas las mujeres de Pastaza, Napo y Orellana. Así nació́ la Asociación Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (AMWAE). Alicia Cahuiya la fundó y fue su presidenta. “Cuando empecé́ en la ANWAE escuché la voz de los ancianos: ‘Alicia, tú tienes que decir basta de los petroleros porque ellos están contaminando’. Hay reducción de territorios. Ellos dejaron en mí sus voces”.
En septiembre de 2013, en una comunidad Keweiruno, fue elegida como vicepresidenta de la Nacionalidad Amazonia Waorani de Ecuador (NAWE). Le preguntaron cuál era su posición y ella dijo: “seguir defendiendo nuestro territorio como lucha de la mujer”. “Ellos nunca me dijeron que tenía que aceptar la posición de la petrolera. Me dijeron que tenía que luchar para que no nos manden nuevas explotaciones”.
En octubre de 2013, Alicia estaba en la NAWE e iba a entrar a la comunidad de Keweiruno. Pero el presidente de la comunidad le dijo que se quedara en Puyo porque no había espacio en el avión. Luego, a las 20:00, un representante del gobierno la recogió de sorpresa para ir a Quito, porque tenía que hablar en la Asamblea Nacional. Allí un delegado kichwa de Sarayaku (Carlos Viteri) le dijo: “tienes que decir a todas las cosas que sí, en ningún momento tienes que decir no”. “Yo no sabía — recuerda Alicia— a qué tenía que decirle sí. Pasamos al discurso grande y era para estar a favor de la explotación del Yasuní”.
Cuando tomó la palabra en la Asamblea Nacional dijo: “Aquí vengo a hablar de 40 años de explotación petrolera, que no ayudó nada. El gobierno tiene una deuda con nosotros, los waorani no somos consultados y estamos en contra de la explotación del Yasuní. Me mandaron de vuelta a Puyo muy rápido en el carro del gobierno diciéndome: ‘Alicia, rápido, váyanse a la comunidad en carro de gobierno’. En el carro durante el camino me preguntaban toda mi información, documento de identidad, dirección de casa, dónde paso, cuántos hijos, pero yo no les dije nada”.
A la mañana siguiente había una reunión en la NAWE, que no estaba enterada. En esta reunión, donde había periodistas y los dirigentes de la NAWE, le dijeron que había cometido un error. La insultaron. Le dijeron que la iban a matar por no aceptar el petróleo en Yasuní. Alicia lloró. “Yo defiendo porque es mi casa, porque es Yasuní donde yo nací, yo soy mamá, yo dejo sangre, doy luz a mis hijos. Ellos me dicen ‘tú tienes que callar, no hablar más’. Yo dije: ‘no me voy a callar porque es mi casa, más bien el gobierno nos debe una deuda’”.
Los jóvenes y los que trabajan para el gobierno hablaron mal de ella. Le dijeron que debía salir de la NAWE, porque su cargo era ‘bajo’ y no podía realizar un trabajo como dirigente. Le exigieron que pida perdón. La llevaron a la Gobernación en Puyo para que hablara. “Yo no pedí perdón al Gobierno, porque el Gobierno debe consultar a todos los waorani mayores, jóvenes y niños en Yasuní. Yo dije que los ancianos me podían hacer daño, pero yo no he hecho nada de malo”.
No soportó la presión y se fue para la selva. Pero los ancianos la apoyaron porque dijo la verdad. “Todas las comunidades de adentro me dieron el apoyo y me sentí más calmada. Todavía tenía temor porque me dijeron que me iban a llevar a la cárcel y que tuviera cuidado porque me van a vigilar a la casa”.
Su madre le dio un consejo: “Te pueden hacer mal a ti y a tus hijos, mejor salir de la organización, si sigues trabajando el gobierno te va a encerrar”. La dirigente fue vigilada. Ella asegura que el Gobierno sabía a qué horas salía y a qué horas entraba. “Yo estaba muy guardada y muy controlada, pero yo no estoy defendiendo sola, es para todo el pueblo waorani”.
Durante ese mes, las mujeres waorani salieron de sus comunidades caminando, en canoa, en avión. Se encontraron en Puyo. Luego caminaron hasta Quito. “Me dijeron que este gobierno me iba a hacer daño, que nos iban a tomar presas. Les dije si van a coger a una tienen que tomar a todas”. Cuando llegaron a Quito, las recibió mucha gente y muchos medios. Fueron a la Asamblea Nacional. Mientras se dirigían hacia allá recibió llamadas que le decían: “Alicia, te van a coger presa”. “Pero yo decía no he hecho nada malo, y ahí vino el temor: estoy sola, voy a cárcel y toda la gente me decía que a mis hijos los pueden matar y tenía miedo de lo que puede pasar. Las mujeres me decían ‘no estás sola’”. No logró entrar a la Asamblea Nacional porque estaba lista para denunciar la explotación petrolera.
Las mujeres amazónicas se regresaron en bus después de la marcha. La Policía paró el transporte. Y preguntaban: “¿quién es Alicia?”. Pero todas las mujeres decían: “soy Alicia”. El bus no avanzó, se bajaron y se fueron caminando. La policía y los periodistas siguieron preguntando por Alicia.
Al día siguiente, en Puyo, donde arrendaba un cuarto, el dueño de la casa le dijo que un vehículo del Gobierno había llegado para buscarla. No entró y el dueño le sugirió́ que se fuera a la selva. Estuvo de viaje fuera del país. Al regresar a su cuarto en Puyo le habían robado su computadora y cámara. El dueño de la casa le dijo que no estaba seguro que Alicia no podía vivir ahí. “Los que robaron mataron al perro y dejaron un papel en el que decía: ‘cuidado con tu vida puedes morir’”.
En diciembre de 2014 estuvo en Lima en la COP 20 (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). Quiso participar, pero el Gobierno llevó a indígenas de las nacionalidades kichwa, sápara, andoas, shuar y waorani para que representaran a su pueblo. Se enfrentó a sus compañeros porque ella lideraba la lucha por sus territorios. En su opinión, Ecuador estratégicamente llevó a las nacionalidades y promocionó las que ayudas que estaba dando a los pueblos como agua, vivienda, educación, salud. “Pero ellos no están ayudando en verdad, no tenemos nada de lo que dicen”.
Cuando regresó a Puyo de Lima, el presidente, Moi Enomenga, de la NAWE, le dijo que estaba acusada porque había organizado un paro de waorani. “Mañana te van a coger presa”, la amenazó. Pero Alicia no estaba en el país cuando ocurrió́ el paro. “Las compañeras me dijeron que no viniera a Puyo y yo me quede en la mitad de camino y ahí fue donde llevaron a los siete compañeros waorani presos por hacer paro contra la empresa de Petrobell, porque no estaban cumpliendo los compromisos que firmaron”.
Este fue el testimonio que Alicia ante la CIDH el lunes 19 de octubre de 2015 para denunciar las acciones del Gobierno en su contra. Cinco mujeres ecuatorianas, defensoras de los derechos humanos y de la naturaleza, se presentaron en Washington. Cinco días después, la CIDH le otorgó medidas cautelares con el fin de proteger la vida e integridad personal de la dirigente. El organismo internacional pidió al Estado ecuatoriano que “de manera expresa, formal, pública y a la brevedad posible haga conocer al presidente de la Nawe (Moi Enomenga) su deber de respetar la vida e integridad física de Alicia Cahuiya”.
Pero la lucha de Alicia, uno de las defensoras más fuertes del Yasuní, continúa: “Yo estoy defendiendo a los pueblos taromenani porque si abren nueva carretera, se van a enfrentar entre pueblos waorani y taromenane y van a haber más muertes. Por eso queremos que no haya nuevos trabajos de explotación en los territorios de los taromenani porque la vida es importante para estos pueblos”.