La justicia no llegó para Édison Cosíos

Fotomontaje: PlanV

RESPALDOS

  • La justicia no llegó para Édison Cosíos (PLANV) El exestudiante del Instituto Nacional Mejía falleció el pasado 16 de abril. Durante siete años y siete meses estuvo postrado, luego de que tras el impacto de una bomba lacrimógena perdiera el 65% del cerebro. Su familia reclamó justicia hasta su último día. Texto: Desirée Yépez/Fotografías: Gianna Benalcázar

  • La singular batalla por la vida que dio Édison Cosíos (PLANV) El ex estudiante del Colegio Mejía, herido gravemente por un teniente de Policía durante una protesta callejera, falleció el 16 de abril de 2019. La familia cuestionó la atención que recibía del Ministerio de Salud, por medio del hospital Enrique Garcés, mientras el joven nunca se recuperó. Los padres plantearon una demanda contra el Estado. Texto: Desirée Yépez/Fotografías: Gianna Benalcázar

Este texto fue publicado originalmente en Plan V, el 22 de abril de 2019. Sus autoras autorizaron su reproducción en este especial.

Texto: Desirée Yépez. Fotos: Gianna Benalcázar

Édison Cosíos partió con el uniforme del Instituto Nacional Mejía. Con camisa blanca, corbata y pantalón negro, chaqueta caqui y un rosario rojo entre sus manos; las mismas que hace siete años y siete meses sostenían un escudo de madera con la imagen en ‘stencil’ de Eloy Alfaro, las siglas MCA (Movimiento Cambio Alfarista) sobre un fondo celeste y amarillo, cuando una bomba lacrimógena impactó contra su cabeza y cambió el curso de su vida. La tarde del 16 de abril de 2019, la tabla destaca entre las rosas, los girasoles y las coronas a los pies de su féretro. El exestudiante falleció, en su casa, a las 04:10 del martes. 

 “Se fue un día azul”, decía su madre, Vilma Pineda. A las 08:40 el cielo estaba despejado. No había nubes cuando el cuerpo del joven de 24 años ingresó a la carroza fúnebre y abandonó su casa, en La Argelia (sur de Quito). ‘Edi’ no soportó un shock séptico, provocado por una serie de infecciones que, desde enero pasado, deterioraron su salud. “Ya no se pudo hacer médicamente nada”, explicaba su padre, Manuel Cosíos. Ambos acompañaron a su hijo desde el 15 de septiembre de 2011 cuando, producto del ‘bombazo’, perdió el 65% del cerebro.


Ese jueves de 2011, Cosíos era uno de los estudiantes que protestaba en los exteriores del colegio, en el centro de la capital, en contra de la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI). Cursaba quinto curso, en la especialidad de Ciencias Sociales y se oponía al Bachillerato General Unificado. En las imágenes de prensa se observa una batalla campal entre policías y colegiales: palos, piedras y bombas. En los noticieros se hablaba de “una jornada más violenta que las anteriores”. Cuatro uniformados resultaron heridos. Y Édison convulsionaba en el piso…

Dos días después, el 17 de septiembre el entonces presidente Rafael Correa afirmó que “estas cosas no pasarían, si no hubieran irresponsables, criminales que manipulan y utilizan a nuestros jóvenes para sus protervos fines politiqueros”. Durante el enlace ciudadano prometió indagar los actos de violencia y que el caso del joven de 17 años no quedaría impune. “Investigaremos si hubo exceso policial”, aseguró.

“Gracias queremos darle, señor Presidente, porque ha firmado nuestra sentencia de muerte… Ayer un amigo les lanzaba una piedra y hoy recibe santa sepultura”, cantaban los exMejía, compañeros de Édison, entre llantos y gritos durante el funeral. “Muy triste noticia. Falleció Edison Cosíos. La situación de Edison siempre fue muy grave. Solo el infinito amor de su familia, especialmente la abnegación de su madre, lo mantuvo con vida tanto tiempo. Todo nuestro cariño y solidaridad a la familia Cosíos”, tuiteó Correa.


El actual Mandatario -que en el momento de la tragedia se desempeñaba como Vicepresidente- también se pronunció en Twitter. “Ha muerto el joven Édison Cosíos, víctima del abuso de poder. Que su ejemplo nos ayude al reencuentro, a la sensatez, a la unidad y no al odio. Mi más sentido pésame a su familia y compañeros”, escribió Lenín Moreno.


“Justicia con Édison Cosíos no se hizo”, insistía Vilma Pineda, mientras velaba a su hijo. Durante casi ocho años, la mujer se mantuvo devota a cuidar de su muchacho. Se convirtió en una enfermera 24/7 y vigiló cada instante de su día junto a la cama a la que lo condenó la bomba.


El 21 de septiembre de 2011, seis días después del enfrentamiento entre policías y estudiantes, José Serrano, responsable del Ministerio del Interior, en entrevista en Contacto Directo (Ecuavisa), informó que se había identificado al presunto responsable de disparar la bomba que postró para siempre al colegial. En diciembre de ese año, Hernán Salazar se entregó a las autoridades, alegando su inocencia ante la acusación de tentativa de asesinato.


El Teniente de Policía retirado no fue juzgado por ese delito. En octubre de 2013, la justicia le condenó a cinco años de prisión y a una reparación a la víctima por $100.000, por lesiones con incapacidad permanente. Salazar salió en libertad condicional por buen comportamiento y el dinero nunca llegó. Se declaró insolvente. “Estaba trabajando, no salí a matar, cumplía disposiciones”, decía el acusado a la prensa.

Gianna Benalcázar publicó el primer gran fotorreportaje en la edición 369 de la revista Vanguardia, el 3 de diciembre del 2012.


A la familia Cosíos el cuidado de Édison les representaba cerca de $2.000 mensuales. “La situación es desgastante. Terrible. Si hubiéramos tenido una indemnización económica, pudiéramos aceptar que el Ministerio de Salud (MSP) nos dé lo que pueda, pero una como madre, como padre, no puede ver sufrir o estar a la espera de que ellos tengan ganas  de hacer las cosas”, comentaba la mamá de Edi a este portal, en agosto de 2018. En junio del año pasado, la justicia desechó la demanda impuesta por los Cosíos contra el Estado por considerarla extemporánea.

De acuerdo al MSP; desde noviembre de 2013 se cumplió con la atención domiciliaria que la situación requería. A través de un comunicado, se especificó que anualmente las atenciones médicas, terapias y cuidado de enfermeras representaban más de $132.500. Se destinaba $8.840 al año en medicina y $1.740 en entregas a domicilio y retiro de desechos infecciosos. 

La ministra de Salud, Verónica Espinosa, se condolió por la muerte del exMejía a través de un trino. “Mi abrazo solidario para la familia de Edison ante su partida y la más profunda admiración a su madre que luchó día a día junto a él. Fortaleza para sus familiares y amigos que siempre lo acompañaron”, publicó.


El exministro del Interior hizo lo mismo. “Tan dolorosa esta partida, como cuando nos enteramos de la tragedia que había sufrido Édison y su familia, que la afrontamos para que ese acto no quede en la impunidad”, escribió José Serrano en la red social.


¿Quién responde si en este caso hubo o no justicia? Porque la opinión de las autoridades y la familia Cosíos no coincide. Para los padres del chico que el próximo 30 de junio hubiera cumplido 25 años, la sensación durante los últimos siete años y siete meses fue de abandono. “Nadie se ha hecho presente”, confirmó la señora Pineda el miércoles 17 de abril, horas antes de enterrar a Édison en un camposanto en el sur de la ciudad. El Ministerio de Educación envió un arreglo floral y una nota de pesar.

Fin de la historia: una persona empieza a retirar las piezas de la habitación donde Édison permaneció durante 7 años.

Fin de la historia: una persona empieza a retirar las piezas de la habitación donde Édison permaneció durante 7 años.