Este artículo fue publicado originalmente en el portal Mil Hojas, el 10 de febrero de 2015, bajo el título “El hermanito del vicepresidente no tuvo Navidad”. El portal nos ha autorizado la reproducción del texto para este especial.
La Infamia
1. La Mansión
Jorge Heriberto Glas Viejó era director de la escuela Hans Christian Andersen. Violó a una alumna de 12 años y la dejó embarazada.
Esperanza hace honor a su nombre. Es optimista. Perseverante. Es una mujer sencilla, de pocas palabras, pero con un espíritu guerrero. Ese que a lo largo de tres años solo encontró una “justicia a medias” para su hija, quien antes de los 13 años fue violada por Jorge Heriberto Glas Viejó, el padre del actual vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas Espinel. Pero nunca se conformó con eso.
Parada sobre el umbral de su humilde vivienda, Esperanza recuerda todas las adversidades que experimentó desde el momento en que descubrió que la mayor de sus dos hijos, una pequeña que asistía al último grado de la primaria en el centro educativo Hans Christian Andersen, llevaba en su vientre un neonato de cuatro meses de gestación. Pero lo que más la descompone es el descaro del agresor sexual, que entonces figuraba como director de la escuela, donde ella además era conserje.
—Debe haber sido que tuvo relaciones con su enamorado, pero no le vayas a pegar, me dijo el muy sinvergüenza. Después fue que me enteré que él la había violado —recuerda Esperanza con mucha rabia.
La madre reconoce que, ante su impotencia por lo que atravesaba su hija, la obligó a decirle cómo había quedado embarazada si no le conocía ni siquiera un amigo. Es más, incluso, cuenta con tristeza, la castigó. Hasta que, ante tanta insistencia, la menor delató al agresor. Contó que cada vez que Glas Viejó la sacaba de clases para supuestamente asistir a chequeos visuales (tiene una leve desviación) la llevaba a un sitio cercano a la escuela, que, según la víctima, era “como una casa grande con varios cuartos”. Se refería al motel Mansión. Y, con amenazas de asesinar a su madre y su hermano si lo delataba, la violaba.
Parte de la evidencia de lo que la menor relató a su madre constaban en los registros de la escuela. Ahí, se hallaron las fechas en que Glas Viejó obtenía permiso para la pequeña, con la excusa de las citas médicas a las que nunca llegó para obtener unos lentes que jamás recibió. Esas fechas concordaban con los días en que el número de cédula de identidad del violador quedó apuntado en unas tarjetas en las que el motel llevaba constancia de los clientes que iban al sitio. A la menor la hacía pasar con cédulas de otras mujeres mayores de edad. Y, como el abusador entraba con su vehículo (marca Chevrolet, modelo Aveo, placa GRX-9360) directo al parqueo de la habitación, los empleados del lugar dijeron nunca haberse percatado de que la pequeña era llevada al sitio.
‘No es delito fragante’
Este relato oprime el corazón de Esperanza. La entristece. Su voz se quiebra. Pero mira a su hija que juega con su retoño, con su nieto, que acaba de cumplir tres años, y toma aliento. Se la siente algo satisfecha cuando recuerda que, tras casi un año de haber presentado la denuncia por violación, su proceso contra Glas Viejó tomó un rumbo distinto.
Por una parte, las cosas han cambiado para la adolescente que hace tres años, según sus maestras, tenía cierto retraso de aprendizaje, justo en los meses en que era sistemáticamente violada por el agresor. Ahora ha vuelto a estudiar, y está en el cuadro de las mejores estudiantes. Incluso la criatura ya aprende las vocales, es inteligente y cariñoso. Además, sobre él ahora pesa una condena, que tuvo que ver mucho con la presión de la ciudadanía, la prensa, las redes sociales y la perseverancia de sus abogados.
—Cuando veía que no se movía mi caso y que el veterano ese —así llama al agresor— era padre del vicepresidente creí que nunca iba a lograr que se haga justicia para mi hija, pero al final algo se consiguió.
Esperanza recuerda que entre septiembre de 2011 y agosto de 2012 el proceso por violación contra Glas Viejó estuvo “como metido en un congelador… la fiscal Diana Cueva (investigadora de la agresión) nunca movía el caso…”, recuerda. “Parecía que protegía al viejo ese”, reniega.
El camino tormentoso que recorrió en busca de una sentencia para el hombre que les destruyó la vida, no comenzó ni terminó en el despacho de Cueva, sino que se inició en la oficina de la Fiscalía del Guayas adjunta a la Policía Judicial (PJ) la mañana del 28 de septiembre del 2011, cuando denunció la violación. Luego continuó en la Unidad de Delitos Sexuales de la Fiscalía y en la Corte de Justicia, donde incluso fue excluida del proceso con la excusa de no haber presentado a tiempo una acusación particular contra el violador.
En el instante en que Glas Viejó fue denunciado se escribió un récord en la historia de la justicia ecuatoriana: él es el único hombre acusado de violación que ha recuperado su libertad de inmediato, pese a que había una menor grávida que lo señalaba como su agresor. Según el fiscal Víctor León, no solicitó la prisión porque no era un delito flagrante. Es decir, no fue hallado violando a la pequeña.
—Me engañaron —recuerda Esperanza—. Me dijeron que vaya allá por la morgue de la Policía (atrás del Comando Guayas) a hacer el reconocimiento médico a mi hija. Y, cuando volví a la PJ, ya lo habían soltado.
¿Cómo se consigiuó la condena? Hay varios factores para que el caso haya tomado un rumbo distinto…
2. Casi fue engañada
Tras esa amarga experiencia, Esperanza estaba segura que su denuncia pasaría a la Unidad de Delitos Sexuales y, con la evidencia del embarazo, se ordenaría la detención inmediata de Glas Viejó. Pero eso nunca sucedió. Mientras el proceso permaneció en manos de la fiscal Diana Cueva, a la menor ni siquiera se le tomó su versión. El abogado Roberto Macías Veliz, quien asesoró a la madre desde que presentó la denuncia, aseguró que al final fue excluido del proceso. Y que fue la fiscal Cueva quien le notificó de su salida. La madre fue convencida para que desistiera de tenerlo como abogado acusador.
¿Quién convenció a Esperanza para que deje del lado al abogado Macías? Ella cuenta que una tarde de las tantas que llegó a la Fiscalía de la Merced, Diana Cueva le presentó a un abogado de apellido Campodónico, asegurándole que su asesor jurídico (Macías Véliz) no llevaba bien el proceso judicial. Este a su vez la contactaría con otro abogado, de nombre Carlos Cruz Parrales. No obstante, con él, como acusador de Glas Viejó, el proceso estuvo a punto de ir a reposar en los archivos de la Fiscalía del Guayas.
Al revisar el expediente, se puede observar que desde que Cruz hace de supuesto acusador de Glas Viejó, en el proceso no hubo más escritos para exigir que la investigación continúe. Más bien, dice la madre, comenzaron a convencerla para que desestime la denuncia. Es más, en junio del 2012, el mismo abogado Cruz hizo que la menor afectada firme un documento en el que decía que jamás había sido violada y que su hijo era producto de una relación “con otro enamorado” que tenía en el barrio suburbano donde ella vivía.
Esperanza, quien nunca terminó la escuela primaria, había sido convencida por diferentes emisarios de Glas Viejó, que trabajaban en el centro educativo en el que fungía como director, para que junto a la pequeña firme ese documento a cambio de una casa de caña levantada en un sector marginal de la vía a Daule. Con el paso de las semanas se descubre que el abogado que Cueva le presentó a la madre era Jean Piero Campodónico Pérez, asesor jurídico del Consejo Nacional de Electricidad (Conelec) desde el 2007, ente que era controlado por el ministerio de Sectores Estratégicos, cuyo principal en ese entonces era Jorge Glas Espinel, el hijo del sindicado en el hecho contra la pequeña.
En agosto del 2012, la madre se entera de que si accedía a firmar el documento que le presentaron Campodónico, Cruz y Héctor Dávalos Peredo, defensor de Glas Viejó, el caso sería archivado sin que haya justicia para su hija. Básicamente porque Cruz, el abogado que supuestamente la asesoraba, pertenecía a un mismo estudio jurídico junto el defensor de Glas Viejó y Campodónico. Es en ese momento cuando busca asistencia judicial en el colegio de abogados del Guayas. Con Juan Vizueta, Pedro Granja, Silvio Enríquez, César Neira y Maritza Bravo a la cabeza, el proceso tomó otro giro. El día 21, once meses después de que Esperanza denunciara al violador de su hija, recién se presentaron dos demandas en la Unidad Judicial Familia, Niñez y Adolescencia de Guayaquil.
Los nuevos acusadores se estrenaban exigiendo una pensión alimenticia para el niño, que ya tenía entonces siete meses y también para su madre; la otra demanda era por presunción de paternidad.
—Créame que pasé tanto tiempo con el abogado Carlos Cruz y nunca me contó que yo podía demandar al viejo ese —recuerda hoy Esperanza—. Después fueron los abogados del Colegio quienes me dijeron que debía hacerlo.
Justo en esos días, la fiscal Diana Cueva, quien nunca estuvo dispuesta a referir detalles del caso, tomaba vacaciones. Pero la salida de su despacho no sería solo por vacancia, sino que era definitiva. A los pocos días fue promovida a jueza de Garantías Penales en la provincia. Su salida “liberaría” el expediente contra Glas Viejó, que para entonces no acumulaba ni cien páginas. A los pocos días, la salida de Cueva facilitaría a los acusadores a obtener al menos una copia del proceso. Esa que Carlos Cruz siempre se había negado a entregar a la madre denunciante.
A partir de ahí, la presión que ejercerían los acusadores llevó a que diez días antes de que se cumpla un año de la denuncia, la fiscal Miriam Moncayo Bonilla, quien tomó el caso en remplazo de Cueva, inicie la instrucción fiscal contra Glas Viejó en agosto del 2012. Esta fiscal hizo en siete meses lo que la primera no había ejecutado en casi un año. No obstante, a fines de marzo del 2013 el proceso se suspendió porque Glas Viejó estaba prófugo. El juicio recién se reabrió en mayo de 2014, catorce meses después, tras ser detenido por la policía paraguaya en ese país y enviado al Ecuador. Antes de ir a Paraguay, el violador pasó por Argentina y Brasil, desde donde intentó ingresar a los Estados Unidos, pero fue deportado por la acusación que pesaba en su contra, según la policía de ese país.
El momento cuando Jorge Heriberto Glas Viejó fue capturado en Paraguay, donde estaba prófugo.
Pese al juicio que se le siguió, Glas Viejó jamás ha sido mostrado como el violador de la menor. Tampoco ha estado en la cárcel. Más bien ha sido protegido y ha permanecido en hospitales y clínicas por un aparente mal estado de salud: el 28 de septiembre del 2011 cuando fue traslado a la PJ tras la denuncia en su contra aseguró que recién se había sometido a una operación de corazón abierto. Es más, cuando se realizó la audiencia de juzgamiento, después de la cual le dictaminaron 20 años de prisión, apareció desde una cama de hospital junto a uno de sus abogados defensores con un tensiómetro en su brazo derecho.
Glas Viejó no fue a la cárcel, estuvo internado en el Hospital de la Policía, en Guayaquil, con custodia policial. Actualmente está en una clínica privada. Así dio su versión en juicio.
3. Amarga Navidad
Los procesos por presunción de paternidad y de pensión alimenticia, que se llevaron contra Glas Viejó desde agosto del 2012, se resolvieron a favor del niño y la menor afectada. En el primero, ante la negativa del denunciado de someterse a la prueba de ADN, fue declarado “judicialmente padre”. En la segunda causa, la jueza Martha Guerrero fijó inicialmente una mensualidad de $79,42 considerando que el agresor supuestamente tenía ingresos solo de un sueldo básico. Pero ante la apelación de los acusadores, que demostraron que Glas Viejó aportaba al IESS por un sueldo de $1.300, la pensión fue elevada a $292.
Al momento, la menor y su hijo perciben una mensualidad de $342. Sin embargo, los pagos no siempre son puntuales. Por ejemplo, hasta finales de diciembre, según documentos entregados por el banco receptor del pago de la pensión, Glas Viejó no depositó el décimo tercer sueldo que, según la ley, debería haber sido cancelado hasta el 15 de diciembre pasado. Por eso, en la Navidad no hubo con qué comprar al menos un juguete para el niño. Tampoco hubo ropa nueva. La pensión sólo alcanza para la alimentación sus estudios y los de su madre.
Mientras, Esperanza, la abuela, narra sus vivencias, el pequeño corretea por la casa. Ya dice claramente “mamá”. Reconoce formas y colores. Dibuja e intenta escribir sus primeras letras. También pide juguetes. Pero en la última Navidad no hubo con qué comprar. Porque, mientras su hermano vicepresidente (Jorge Glas Espinel) aparecía en un spot de televisión por las festividades de Fin de Año diciendo: “Juntos hacemos posible esta sociedad de equidad, solidaridad y de infinito amor…”, la pensión que reciben les alcanza para alimentarse con las justas. Lo que sí hay ahí, en la casa que le donaron los abogados que la ayudaron a que sentenciaran al violador, es verdadero amor. Ese, que dice Esperanza, los fortalece en la pobreza.
Postdata
Así actuaron:
Fiscal Victor León. No solicito la prisión de Jorge Glas Viejó el 28 de septiembre del 2011, cuando fue llevado la fiscalía adjunta a la Policía Judicial, como sospechoso de violar y embarazar a una alumna del centro educativo Hans Christian Andersen que dirigía en la vía a Daule.
Fiscal Diana Cueva. Mantuvo el caso estancado, nunca solicito ni versión, ni pruebas o tratamiento psicólogo a la afectada. Dejó su despacho para convertirse en jueza.
La Defensoria del Pueblo. Fue notificada por el abogado Roberto Macías Véliz, primer acusador de Glas Viejó, pero esa entidad solo acudió a una audiencia que fue fallida, y después nunca más asistió de ninguna manera a la madre de la menor afectada.
El Consejo de la Niñez. No proporcionó, según Esperanza, asistencia a su hija. Desde esa entidad, respondieron a diario El Universo en una entrevista pública, que no habían recibido instrucciones de la vicepresidencia de la República para hacer seguimiento al caso.
El Ministerio de Educación. Intervino el centro educativo Hans Christian Andersen, suspendió a quien entonces fungía como director, Jorge Glas Viejó. Pero no sancionó a la maestra de la menor que permitía que Glas Viejó saque a la alumna en horas de clases y la lleve a un motel cercano a la escuela.
Asamblea Nacional. Fueron pocas las asambleístas que reaccionaron exigiendo justicia. Una de las más frontales fue la asambleísta María Paula Romo, quien incluso confrontó públicamente con el actual ministro del Interior, José Serrano, por el caso Glas Viejó.