Este artículo fue publicado en Plan V en 2017, pero esta es una versión resumida y actualizada.
La historia de los 43 niños abusados sexualmente en un colegio de Quito deja sin aliento a quienes leen la publicación titulada La herida oculta en el portal sentimosdiverso.org. Es una investigación de las periodistas Cristina Arboleda e Isabel González, quienes reconstruyeron uno de los casos más dolorosos que se ha conocido hasta ahora en una institución educativa de la capital.
El lugar de los hechos fue la Academia Aeronáutica Mayor Pedro Traversari (AAMPETRA), ubicada en el populoso sector de Chillogallo, en el sur de Quito. El tiempo: el año electivo 2010-2011. Y la historia de las periodistas arranca sin tregua: “El aula de Sexto C se volvió oscura. El profesor José Luis Negrete Arias insistió en tapar las ventanas. Los padres de los 43 estudiantes compraron las cortinas para proteger a sus hijos del sol, sin saber que el peligro estaba adentro. Allí, durante once meses, el docente sin título universitario insultó, torturó y abusó sexualmente de todos los alumnos sin que nadie lo notara”.
En ese entonces, los niños tenían entre 10 y 11 años. El profesor forzó a los estudiantes a repetir escenas pornográficas de las películas que veían en clase. Los obligaba a desnudarse. Tocó a las niñas y rayó con marcadores sus partes íntimas. El profesor pegaba a sus estudiantes con un tubo y un cable. Fue allí donde, dice el relato, violó a una alumna.
“Y estaban seguros de que ese hombre de mirada perversa, que fingía hablar con sicarios durante las horas de clase, cumpliría la amenaza de matar a los padres e incendiar la casa del primero que hablara. Él sabía dónde vivían y les llamaba por teléfono si faltaban a clases”, continúa la historia.
En el proceso hay otros detalles. La denuncia de una madre de familia desencadenó las investigaciones. Su hija empezó a llegar a casa con moretones en los brazos. Así se enteró del infierno que sucedía en el aula. Los golpes del profesor podían dejar incapacitado a un menor hasta por tres días. Insultaba a los varones por el simple hecho de tener hojas rosadas en sus cuadernos.
Los exámenes que efectuaron a los niños solo confirmaron lo peor. Ansiedad y angustia. Estrés post traumático. Depresión y pánico. Incontinencia urinaria y sentimientos de culpabilidad. Irritables y con tendencia al llanto. A estos resultados se suman los descritos en la investigación periodística: “Una de los 43 pintó su cuarto de negro, uno de los 43 no quería encender la luz, una de los 43 lloraba si pasaba cerca de la escuela, varios de los 43 intentaron suicidarse”.
En el 2012, tras las denuncias, el profesor José Luis Negrete Arias huyó y estuvo prófugo hasta septiembre de 2015 cuando fue capturado. Fue condenado a 16 años de prisión por violación a una menor y a 7 años por atentado al pudor contra los 43 estudiantes. Esta sentencia fue ratificada por la Sala de lo Penal de la Corte Provincial de Pichincha el 23 de mayo de 2016. Aún enfrenta otro proceso por violación a otra menor.
La condena incluyó reparaciones materiales e inmateriales. En lo material, el profesor está obligado a indemnizar con 10.000 dólares a cada una de las 43 víctimas. Dentro de las inmateriales estaban el tratamiento sicológico para los estudiantes. Asimismo la sentencia pidió al Ministerio de Educación que establezca “políticas públicas para conminar a las instituciones educativas privadas de estándares más altos para el ingreso de personal docente y administrativo”.
También dentro de estas reparaciones se obligó al colegio a poner una placa en el aula de clases con la leyenda “En memoria de las víctimas de abuso infantil en el sistema educativo”. La placa debía ser develada en un minuto cívico y con la presencia de los familiares de las víctimas. El salón debía ser convertido en un lugar para charlas de prevención contra la violencia infantil. Tras un año de que la sentencia estuviera “ejecutoriada”, es decir que se hayan concluido todos los trámites legales, nada había ocurrido.
Fue la primera vez que conoció en el Ecuador de un abuso sexual sistemático, generalizado y con distintas gamas de delitos contra todos los estudiantes de un aula de clases. La institución educativa puso reparos a esta decisión judicial. Luis Naranjo Paredes, rector de AAMPETRA, una acción extraordinaria de protección ante la Corte Constitucional. En la audiencia sobre este recurso, Naranjo dijo que a su establecimiento, al no ser sujeto procesal, le estaban afectando el buen nombre. Pero los padres exigieron que se cumpla esa reparación. Sin embargo, tuvieron que pasar por dos actos fallidos, uno de ellos muy revictimizante.
El hermetismo en AAMPETRA con la prensa fue total. Ni funcionarios ni autoridades quisieron hablar del tema. Cristina Arboleda e Isabel González publicaron la segunda parte de su investigación. Allí se cuenta quién era el profesor que torturó a los 43 niños. “José Luis Negrete ingresó a la Academia Aeronáutica Mayor Pedro Traversari (AAMPETRA), como un reemplazo temporal. Tenía 22 años y era bachiller en comercio. Su escasa experiencia en una empresa de sanitarios y en una zapatería no lo acreditaban para ejercer la docencia. Aún así, fue el profesor principal de Sexto C durante todo el año lectivo 2010”.
Con amenazas y golpes, Negrete llegó a tener tal poder sobre sus alumnos, que los convenció para que sus padres firmaran una carta para que se mantenga como su profesor durante el 2011. El silencio acompañó la tortura durante sus clases de Ciencias Naturales. Hasta que las marcas de los golpes en el cuerpo de una estudiante prendieron las alarmas.
Pese a las evidencias, Negrete siempre se declaró inocente. Tampoco se le practicó un examen sicológico. La fiscal Soria contaba que tras su fuga, los procesos judiciales tuvieron que detenerse. Una vez capturado, el juicio arrancó de inmediato. Fue considerado como el “quinto más buscado” del Ecuador. Un video del Ministerio del Interior registró su detención. Fue condenado a 16 años de prisión por violación a una menor y a 7 años por atentado al pudor contra los 43 estudiantes. Aún tiene un juicio por otra violación
Las reacciones y promesas
El caso que destapó la organización Sentimos Diverso impactó tanto la opinión pública que autoridades a todo nivel anunciaron acciones urgentes. Algunas de ellas fue establecer una política para mejorar la contratación del personal docente y crear la comisión ocasional Aampetra en la Asamblea. El Defensor del Pueblo, el Ministro de Educación, el Fiscal General y hasta el presidente Lenín Moreno se pronunciaron al respecto. Hubo llamados para dar paso a un juicio político al exministro de Educación, Augusto Espinosa. Mientras tanto saltaron más casos de abusos sexuales masivos como el del colegio Réplica Aguirre Abad, en Guayaquil, y de la Unidad Mushuk Pacari, en Quito. Pero los reclamos y las denuncias de los padres de familia no cesaron.
La misma Comisión AAMPETRA terminó el 2017 cuestionada por organizaciones sociales. En el 2018 emitió un informe final luego de un año de investigaciones. En una de las conclusiones se determinó que entre el 2014 y el 2017 se presentaron 877 casos confirmado y documentados de abuso sexual en contra de niños y niñas en las escuelas del Ecuador. Y que la acción de las autoridades tendió a proteger a los agresores, trasladarlos de lugar de trabajo, impedir su juzgamiento y revictimizar a las víctimas.
Pero los estudiantes, que hoy son sobrevivientes del caso Aampetra, exigen aún disculpas del Estado. Ninguna autoridad se ha declarado responsable. Amparo Molina, representante de los padres de familia, pide una ley de reparación. Pero cree que aún hace falta una medida urgente: “solo cuando se establezca responsabilidad de las escuelas educativas va a sentarse un precedente”.